Casa Pasiva: Una casa que se podría calentar con dos secadores de pelo
La Casa Pasiva o Passivhaus (en alemán), es un concepto que pone en solfa hasta que punto es ventajoso construir y vivir en estas casas en las que se puede llegar a conseguir un consumo energético de climatización prácticamente nulo.
“En una cafetera eléctrica, para mantener el café caliente hay que dejar el aparato encendido. Pero si ese mismo café se mete dentro de un termo, entonces ya no hace falta consumir energía. Eduardo Arias vive en lo más parecido a un termo. Este carpintero Navarro, se ha construido en el valle de Roncal, en pleno Pirineos, una casa pasiva que ha conseguido certificar con el muy exigente estándar de eficiencia alemán Passivhaus. Toda una rareza en España, mucho más común en otros países europeos. ¿Hasta que punto se puede reducir el consumo energético de una vivienda?
Si con una cámara de infrarrojos se toma una imagen termográfica de la cafetera eléctrica, se ve de forma clara gran cantidad de calor que emite, calor que se pierde. Por eso necesita continuos aportes de energía para mantener la temperatura. Todo cambia cuando lo que se fotografía es el termo, pues a pesar de contener también calor en su interior, el aislamiento de sus paredes no deja que se escape. En España, se discute mucho sobre los diferentes tipos y los costes de generar la energía, pero parece que no nos importa que nuestras viviendas se comporten en gran medida como esa cafetera eléctrica.
Cambiar esto no resulta complejo, solo que hasta ahora, los arquitectos españoles simplemente no lo tenían en cuenta. “Una casa pasiva es un termo”, explica Arias, mientras enseña su vivienda de 190 m2 y dos planta, justo a la entrada del pueblo de Roncal. Su idea inicial hace siete años era construirse una de madera, pero fue el arquitecto alemán Wolfgang Berger quien le convenció para diseñar una casa con el mínimo consumo posible. “primero que no necesite energía y luego ya pensamos de donde la sacamos; si al termo le ponemos ventanas, entrará el sol, energía gratis que no se escapará”, prosigue con la explicación Arias, que asegura que el gasto de energía en climatización y agua cliente en su vivienda es más de 80% inferior al de otra equivalente en su zona. “El año pasado pagué 390 euros en calefacción, en todo el año”, dice convencido.
Berger precisa que uno los requisitos para obtener la Certificación Passivhaus es que el consumo de calefacción (o refrigeración) sea menor a 15 KWh/m2 útiles al año. O dicho de otra manera la potencia requerida para la calefacción (o refrigeración) debe ser inferior a 10 W/m2 útiles; dicho de otra manera, para calentar los 190 m2 de esta casa pasiva en Pirineos basta con poner a funcionar dos secadores de pelo. @Ahora mismo esos 10 W/m2 los está aportando el sol, mientras no este nublado la a calefacción es gratis”, comenta Arias.
Para llegar a estos niveles de consumo es necesario un buen aislamiento que no deje escapar el calor, pero. Hay que conseguir que la vivienda también sea hermética.
En la casa pasiva de Roncal hay nada menos que 25 ventanas. Todas ellas pueden abrirse, aunque para conseguir las condiciones de menor consumo energético deben permanecer cerradas. ¿Cómo se renueva el aire del interior cuando se vive en un termo cerrado? Esta es una de las partes más singulares de esas casas, pues el propio sistema de ventilación permite reducir más el consumo energético. El aire fresco entra en la vivienda por un único tubo exterior que se hace pasar antes bajo tierra para variar su temperatura (bajo el suelo, el aire se enfría en verano y se calienta en invierno). Al mismo tiempo el aire viciado, del interior se saca al exterior por otra conducción. Ambas tuberías , la de entrada y la de Saida, pasan, a mitad de camino por un recuperador de calor en el que se aprovecha los grados de más del aire que va a ser expulsado fuera para calentar el que entra nuevo en cada habitación (este intercambio de calor se desconecta en verano).
El control extremo de la ventilación y el buen aislamiento tiene varios efectos. “La temperatura es igual por todas partes, cuando se sale de la ducha uno no tiene la necesidad de correr a coger la toalla, no hay malos olores, no hay movimientos de aire y hay menos polvo que en una vivienda normal”, detalla Arias, que muestra los filtros de cada una de las conducciones. Los tres filtros del tubo de entrada de aire están limpios (estamos en Pirineos), pero en los de salida se va acumulando la suciedad.
Para que este sistema de recuperación de calor y de ventilación controlada funcione bien y ayude realmente a ahorrar energía, la casa debe ser del todo hermética. Aquí el enemigo son las filtraciones de aire, cualquier agujero por pequeño que sea. Como enfatiza el arquitecto alemán, para combatir las duras exigencias del estándar Passivhaus la suma de todas las rendijas, grietas y filtraciones en la envolvente de la casa no deben superar el equivalente a una abertura de 15 x 15 cm, cuando en una vivienda habitual puede llegar a ser mayor a 1 m2. Según Berger, esta es una estimación, aproximada, calculada a partir del test de hermeticidad que debe cumplir la edificación:
Cuando se pone en marcha un ventilador, el flujo de aire que pase en una hora no puede ser superior al 60% del volumen de la casa, mientras en una vivienda convencional es fácil que supere el 500%.
En el día de la visita, la temperatura exterior es de 10 grados y sopla un viento helado, pero en el interior de la casa pasiva hay unos agradables 22 grados. Claro eso no parece difícil cuando el termómetro en invierno baja de -10. Según especifica, conseguir una casa pasiva con uno de los menores consumos de energía posibles supone un sobrecoste de un 5-10%. “Hemos calculado que con los ahorros de la calefacción, el sobrecoste lo amortizaré en siete años”, subraya Arias. Podría ser más barato, pues en su caso también optaron por una bomba geotérmica que obtiene el calor del subsuelo para calentar el agua (la electricidad se obtiene directamente de la red eléctrica).
Una Casa pasivas de este tipo demuestran que se puede reducir más de un 80% el consumo de la calefacción (el principal gasto de la energía de una vivienda). La cuestión es ver si esto se aplica para reducir de forma drástica el gasto de las viviendas convencionales españolas, sobre todo, las ya construidas, un enorme parque de costosas cafeteras eléctricas.
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